3 Abril 2013
Se adjunta para su conocimiento, artículo del Ing. Gerardo Fumero Paniagua, publicado ayer martes 2 de abril en la Sección Página Abierta del diario La Extra.
Gerardo Fumero Paniagua / Ingeniero
El ingeniero Teófilo de la Torre, en declaraciones a La República el 6/3/2013, cediendo a presiones de inversionistas privados y en cumplimiento de mandatos del Programa de Ajuste Estructural, PAE III, que exigió desde 1995 inversión privada en el Sector Eléctrico, plantea transformar los generadores de Moín de bunker a gas, lo cual no está mal, pero nunca a cambio de la construcción de la planta hidroeléctrica Diquís. Se justifica diciendo que “tras la intervención de la ONU, se determinó que solo con la venia de los indígenas será posible hacer la planta”.
Empresarios e industriales acusan al ICE -en esta última campaña de desprestigio que ya lleva cuatro años- de encarecer los precios de la energía eléctrica, lo cual les resta -dicen ellos- competitividad. De la Torre ha dicho que los costos han subido “como consecuencia de la falta de inversiones en el pasado”, en lo cual él ha condescendido, como parte de los últimos gobiernos del Partido Liberación Nacional (PLN), incluso era también Presidente Ejecutivo del ICE cuando se firmó el PAE III.
Ciertamente el Sector Eléctrico no ha realizado las inversiones necesarias, como consecuencia de las políticas aceptadas por los gobiernos de los últimos 28 años, e impuestas por los PAE, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Exigieron tratar las inversiones del ICE como un gasto (no como inversión), y por tanto, tenían que ser financiadas con ingresos corrientes, lo que equivale a prohibir el financiamiento para inversiones. Por eso todos los gobiernos, desde 1985 cuando se firmó el primer PAE, han restringido las inversiones, y de la Torre ha aceptado tales condiciones, como jerarca del ICE o como ministro rector.
El proyecto Diquís es imprescindible, no solo por su tamaño, sino por la capacidad de su embalse, pues precisamente ese elemento vendría a suplir energía en los momentos más necesarios, en los veranos, cuando las plantas a filo de agua (la mayoría propiedad de generadores privados) reducen su producción hasta en un 60%. Para suplir ese faltante en verano se genera energía de “respaldo” con combustibles fósiles. Y aunque los generadores son variados (ICE, municipalidades, cooperativas y privados), el costo de ese caro “respaldo” para todo el sistema eléctrico nacional (para evitar apagones, que afectarían sobre todo a los industriales y empresarios privados) se carga sobre las espaldas del ICE únicamente, lo cual encima le acarrea la acusación de los privados de ser dispendioso y caro.
Proyecto insustituible. El Diquís es un proyecto insustituible, y es imperativo resolver los problemas que pueda presentar; podrá retrasarse, pero nunca desecharse. El tema de los territorios indígenas debe ser resuelto, procurando que tanto los indígenas como el resto de los habitantes del país se beneficien, y en el peor de los casos deberán ser indemnizados por sus tierras, tal y como lo exige el Convenio 169, en su artículo 16.
Por otra parte, la generación con gas, aunque este es más barato que el bunker o el diesel, es más caro y contaminante que el agua o la geotermia, y garantiza erogación de divisas.
Los jerarcas del ICE y las autoridades del gobierno deben defender el interés nacional garantizando el suministro eléctrico, antes que complacer intereses privados; de los obstáculos del Diquís ninguno es insalvable.
El pasado martes 12 de marzo, ante las presiones de los mismos intereses privados, el Presidente de la Asamblea Legislativa envió de nuevo el Proyecto de Ley de Contingencia Eléctrica a una Comisión, esta vez a la de Asuntos Agropecuarios, que aunque nada tiene que ver con el tema, precisamente eso demuestra que lo que interesa es aprobarlo, no discutirlo. Lo que interesa es abrir el mercado eléctrico, aunque con ello se acabe el modelo solidario que hoy lo caracteriza.
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