22 Abril 2013
Se adjunta documento del SIICE sobre los esquemas económicos, la ruta que nos han trazado los gobiernos de extrema derecha y las consecuencias nefastas de dicha ruta trazada, en perjuicio del pueblo y de las empresas del estado.
Parece que la frase de que “el ser humano es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra” lleva razón, sobre todo analizando las crisis económicas recientes tan agudas (aún con consecuencias en América y Europa especialmente), provocadas por la voracidad de los esquemas económicos con que se han direccionado las decisiones de esos países hacia la creación de “burbujas” o falacias comerciales que promueven consumos excesivos estacionales que les han salido carísimos al estallarse y llegar a la realidad financiera que crearon, tales como la burbuja inmobiliaria en los Estados Unidos. Pese a ello los grandes intereses de poderosos insisten en plantear esos mismos esquemas como la ruta que deben seguir las economías globales y locales.
Las consecuencias que han tenido por su obcecada tendencia, llevó a replantearse – momentáneamente – nacionalizar grandes capitales (insertar capitales estatales a negocios muy variados) que en casi todas las esferas se interpretó como la “democratización de las pérdidas y la individualización de las ganancias”, esquema natural del neoliberalismo que viven en esas economías. Devolverse a un modelo Keynesiano, en el que el Estado impone reglas y supervisa el mercado para dirigir la economía hacia las prioridades que determinaba un balance financiero, fue lo que se les ocurrió (en realidad se devolvieron al modelo inicial de los 70’s). En este caso no intentaba suplantar el mercado; más bien lo regulaba, dado el caos que ocasionó la extrema liberalización que vivían en donde la prioridad era el lucro, más allá de cualquier otro esquema. Es decir, de manera utilitaria, sacaron “agua del bote” para seguir a flote mientras les pasa el huracán que ocasionaron sus pésimas decisiones.
A Costa Rica la han venido obligando a enrumbarse hacia ese mismo esquema neoliberal (últimos 30 años), siendo su corolario los tratados de libre comercio, que son elegantes acuerdos comerciales que con algunas pírricas ganancias sacrifica el comercio local y sobre todo los estratégicos negocios que el Estado ha mantenido resguardados bajo su sombra y que siendo tan atractivos, no se le permite mantenerlos, para llevárselos hacia las grandes corporaciones e inversionistas sobre todo extranjeros. Entre estos negocios están las telecomunicaciones, los seguros, la educación, la salud, la electricidad y el agua para citar los negocios claves.
Es en esta lógica de la apertura extrema de las responsabilidades naturales del Estado para entregárselas a privados, que se enmarca la “Concesión de obras Públicas”. Se ha ido minando las grandes Empresas del Estado para que no funcionen como otrora, disminuyéndolas al grado de hacerlas casi inservibles capaces solo de “administrar” los contratos de privados, a los que se les facilita el acceso a grandes obras que teniendo que realizar el Estado le es cedida por medio de una ley a grandes corporaciones o no tan grandes, pero poderosos intereses que con mucha felicidad, enclavan sus dientes en una porción de pastel muy atractivo. Si bien, se logran algunas obras, el grado de lucro que pretenden esas Empresas privadas constructoras es tal, que su esquema de ganancias es exorbitante, especialmente comparado con lo que hubiese costado de haberlas hecho una Empresa del Estado cuyo fin primordial es el bien público (bienestar general) y no el lucro. Esto sin contar las componendas y negociaciones por “debajo de la mesa” para la concesión directa, como el caso de la “trocha fronteriza”. Sin duda el ejemplo más reciente que tenemos los costarricenses, es la concesión de obra de la ruta San José – San Ramón, que se anticipa incrementará los costos solo para transitar una vez, ida y vuelta, en más de 9 mil colones por vehículo.
La Costa Rica, solidaria, universal, de reparto de la riqueza, de grandes obras de desarrollo realizadas por su aparato Estatal, soñada y construida por nuestros grandes fundadores de la patria, está siendo suplantada, nefastamente, por los grandes intereses de unos pocos que se apropian de sus necesidades de necesarias obras, para que, siendo entregadas en bandeja de plata, le sean cobradas al urgido pueblo costarricense, con escalofriantes tarifas para poder disfrutarlas. Basta con escuchar al Ministro de Transportes Pedro Castro diciéndonos que si queremos podemos usar la “nueva” vía San José – San Ramón, de lo contrario que utilicen una ruta alterna. ¡Válganos Dios, ante tal disparate!, llevan razón los que afirman que se construyen obras para aumentar la brecha entre ricos y pobres, entre los que pueden pagar y los que no pueden. Una de “primera” otras de tercera o cuarta calidad (nuestros “queridos” huecos).
Es hora, que los costarricenses nos percatemos del camino que nos han obligado a transitar los últimos gobiernos de extrema derecha (ya no existe la social democracia ni social cristianismo en Costa Rica) y comprendamos que ya es el tiempo de revertir ese ingrato tránsito, de enriquecimiento de unos y empobrecimiento de masas. La única vía para revertir este esquema es exigiendo del Estado, honrar sus compromisos de desarrollo y bienestar para TODOS, no solo para un grupo. Que se le devuelva al Estado sus competencias en materia de desarrollo de obras estratégicas, en materias como la electricidad, agua, telecomunicaciones, salud, educación e infraestructura. Que ya le han dado demasiado a los grandes intereses de los poderosos, demostrando con creces su incontenible deseo de hacerse más ricos a costa del pueblo y no es cierto que nos hayan dado tanto como para merecerlo.
Debemos unirnos todos entender y explicar los principios destructivos del sistema neoliberal; y para proponer y construir formas económicas alternativas, en las que el mercado está subordinado a los derechos humanos, la justicia para todos y todas, la democracia, y la sustentabilidad medioambiental.
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